domingo, 21 de diciembre de 2014

Soltar

Soltar y dejar libre, dejarme libre.
Y ser libre.
 Porque la soledad también significa libertad,
o sólo significa libertad, si sabemos como estar solos,
como ser otros que no seríamos,
como reinventar la soledad, reiniciar.
Conocer otras soledades.
Ser solos juntos,
porque estamos juntos en esto...
y estamos todos solos.

sábado, 5 de abril de 2014

"El complejo de Dido: Por qué las mujeres fuertes pierden la cabeza por los Eneas"

El mito de Dido, bravo para el que la entiende, yo nunca lo logré. Cada vez que agarro “La Eneida” se me retuerce el estómago de rabia contenida. Porque como digo yo…¡Bendita seas Dido! Tenés todo… todo todo lo que una mujer podría desear.
Sos hermosa, no como un pedazo de carne puesto a la vista, con la popa al viento y una expresión impasible en el rostro que ningún cirujano es capaz de borrar. No, sos linda linda porque tenés una cierta edad, pero aún sos joven y atractiva, y se presume en tus ojos esa luz de la inteligencia mezclada con la conciencia de las mujeres que tienen la cabeza bien puesta sobre los hombros y un pasado en el corazón. Sos mas que bella en pocas palabras, porque no es sólo cuestión de tener ciertas medidas o una arruga mas o una menos: la verdadera belleza es cuestión de fascinación. Y vos Dido, dejame decirte que de eso, tenés a granel. Además tenés carácter, un carácter duro. Viuda de un hombre que amabas, pero que con delicado buen sentido, murió repentinamente, dejándote libre y reina, narra la leyenda que nunca te pusiste el velo de la esposa de luto sufriente. No, vos eras propiamente una reina y libre de espíritu. Tanto es así que cuando tu cuñado- (¿Por qué los mejores hombres siempre tienen hermanos idiotas? Esto también es un gran iterrogante de la historia- viene como quien no quiere la cosa a proponerte un “Arreglo” para conservar una forma de poder real, aún luego de que tu marido el Rey ha muerto, o sea, casarte con el y convertirlo en el hombre de la casa y patrón de la ciudad, reaccionás como una verdadera reina, una mujer poseedora de la corona, pero no por el caso fortuito de haber desposado a un príncipe reinante. Entre convertirte en esclava, si bien bajo la apariencia de un matrimonio legítimo, de un hombre que detestas y el riesgo de partir hacia lo desconocido, no tuviste ni un momento de vacilación: partiste. Generaciones y generaciones de mujeres, antes y después de vos, se hubieran resignado a envejecer en habitaciones oscuras, en la tristeza de la violencia cotidiana y de la indiferencia, con tal de conservar el nombre de esposa. Vos no: Agarrás y te rajás, llevando con vos lo que necesitás y a quienes te son leales.
Te rajás y fundás una ciudad. En el mundo antiguo las mujeres no fundaban ciudades, a lo sumo con toda la furia acompañaban a los fundadores. Al contrario, como muuucho eran raptadas por los mismos fundadores. Vos no: Desembarcás, mirás alrededor con ojo clínico de princesa (Que hoy a lo sumo usan para elegir zapatos) y con el mismo tono decís: “Quiero ese lugar de ahí”. El rey de ese lugar sonríe cínicamente, en aquel lugar nunca hubo mas que un pantano y una bahía redonda cercada por escombros: ¿Para qué puede servir? Pero vos te encaprichás: Quiero exactamente ese lugar. El te mira siempre sonriendo cínicamente, porque ha decidido que es un capricho de una mujercita, después de todo…¿Qué puede saber una mujer sobre lugares donde se pueden fundar ciudades? Vamos... Entonces así sonriendo, hace un gesto condescendiente y te propone lo que se propone siempre a una mujer: Ok ¿Lo querés? Casate conmigo y te lo regalo (Lo que en estos tiempos equivaldría a: “Entregá y es tuyo”) Pero vos que de matrimonios y maridos y de propuestas has tenido suficiente, le rebatís: “Hagamos un trato, como si fuese un hombre. Me das el espacio que pueda cubrir una piel de buey”.
“No sólo es una mujer, es además bien tonta” piensa el rey local y aquí la sonrisa se expande tanto sobre el rostro que si no hubieran estado las orejas para frenarla, le partía la cabeza al medio. Vos sonreís en respuesta y con el estilo de una Grace Kelly, estipulado el pacto, comenzás a cortar la piel de buey, tan pero tan sutilmente que al final al extenderla sobre tierra, te alcanzó para cubrir todo el promontorio que querías, mientras al rey, la sonrisa de suficiencia se le va transformando en un amargo rictus.
Por lo tanto dale, a construir. Una ciudad. No una cualquiera. Cartago. Aquella que, nacida del sueño de una mujer, que además será reina, lucirá un maravilloso puerto donde antes había un pantano, estratégicamente maravillosa ciudad, exactamente allí donde el idiota gobernante veía sólo una bahía inútil.
Ahora, digo yo, Dido mía, razonemos: Sos hermosa, sos fascinante y además sos mas inteligente que cualquiera de los hombres con los que te has cruzado en la vida. Explicame ¿Por qué Eneas? ¡Por los santos nombres de todo el Olimpo fenicio y griego en sesión plenaria ¿Qué mierda le viste para perder la cabeza así por el?! Tiene su facha, si. Pero ni que fuera Adonis o Paris. Es un héroe, está bien, pero en segundo plano. La madre es diosa, estamos de acuerdo, pero una suegra así es mas una molestia que una ventaja. Te la encargo.
Llega al palacio muerto de hambre, cargando un pasado lleno de desgracias, mirando hacia un futuro que definir como incierto sería un acto de injustificado optimismo. Sin proyectos, sin apoyo, golpeado por el destino, lleno de dudas y rumiante. Vos que condenaste sin misericordia flor de príncipes y te salvaste de peligros mayores, a este tipo le caés a los pies así, sin aliento: No hizo a tiempo de entrar en el palacio que paf! Caíste por tierra. Entregadísima.
Lo amas y tal vez el también, pero es todo un tira y afloje. Están siempre los remordimientos por la esposa muerta, el hijo siempre rompiendo las bolas y la madre, la madre que presiona y trama y sugiere y controla. Vos que siempre tuviste el perfil de una mujer líder, vos que nunca permitiste que nadie te dijera nada y siempre marcaste vos los tiempos, te metiste en el baile. Ellos hacen y deshacen, se instalan en el palacio, se sienten como en su casa, como chanchos y vos no decís nada, al contrario, rogás con una sonrisa en los labios, que se sientan cómodos y hasta preguntás “¿Les sirvo un té?”No sos mas la reina, sos un trapo. Y quien te entrega a la locura es justamente el, que está pero no está o al menos no del todo. Que no lográs comprenderlo. Está ahí en el balcón, con la mirada fija en el infinito, pero no sabés si es porque lo persigue o porque se quiere ir. Es ahí cuando le preguntás “¿Qué tenés?” y te responde “Nada” con la total apariencia de quien sí tiene algo pero no te lo quiere decir. Si hubiera una casa, como para Ulises, a la cual anhela con volver o una mujer como Penélope que lo está esperando, vaya y pase, actuarías en consecuencia, sabrías con qué luchás. Pero no hay nada, excepto su infinita tristeza, muda, sin motivo, a la cual no te deja acercarte. Es un vacío que lo llama desde adentro, que no se puede colmar, que lo atormenta, pero no lo suficiente como para hacer algo con ello: Se queda siempre a medio vivir, inexpresivo, hasta el se avergüenza un poco pero no lo afronta nunca, al contrario, se evade. Y vos estás ahí, mierda. Te desvivís como una condenada para hacerlo feliz y el parece que de a ratos lo consigue pero sólo para hacerte un favor a vos y en el fondo de sus ojos casi se puede leer hasta un reproche porque no lo dejás ser infeliz en santa paz.
No son malos los hombres como Eneas ¡Ojalá! De los malos se defiende una. Son los buenos los que te arruinan la vida, aquellos a los que no te animás a mandarlos a la mierda como se merecerían. Se sufre ¡Santo Dios como se sufre! Sintiéndote siempre condenada a permanecer en las puertas del alma sin ser nunca invitada a entrar del todo; te preguntás si te ama y la respuesta es sí, pero a su modo, es decir en el tiempo muerto en el que no está sufriendo por si mismo; vos que siempre tuviste un carácter resolutivo, salvando a todos no podés concebir que no sea posible salvarlo a el, que en el fondo es el único ser que te interesa. Mas pasa el tiempo y mas te anulás, porque esperás un día demostrarle que no se debe sentir un fracaso, que vos a pesar de ser una reina sos una mujer como todas las demás, que necesita de alguien que esté a su lado, hacerse compañía, hacer también un poco de mamá y de amiga. Una mujer que necesita derramar sobre alguien toda esa ternura de que es capaz y que debe esconder cuando trata los asuntos de estado, porque poder ser dulce y maternal, para una mujer forzada a vivir en un mundo de machos, es un descanso, es como volver a jugar con las muñecas, volver a ser una niña. Oh ¡Oh Dios Dido! Cuando te leo y veo que estás en este punto, me pongo ansiosa, ya se me el final de memoria de esta historia, que ha inspirado una gran ópera. Me gustaría gritarte: Huí, corré lejos salvate, dejalo ¡Guarda con encariñarse con hombres así, son una desgracia! ¡Sos aún inteligente, al menos astuta, mandalo a freir churros! Esos tipos no quieren ser salvados, están cómodos en su dolor, porque se lo construyeron como un refugio. Creen vivir un bello drama existencial, pero su verdadero drama es la vida mas común y cotidiana, con sus dificultades propias. Son ellos quienes a fuerza de caprichos, convierten su vida en un drama sin precedentes, de la cual después descargan el peso sobre quienes los rodean y ellos salen airosos con un vago aire de melancolía muy chic. Puntual, llega la tragedia y el, cobarde como sólo puede ser un hombre, se escapa escondido, con el alivio de no hacerte sufrir, de ser llamado a cumplir deberes mas grandes, porque no tiene ni siquiera los huevos de decírtelo en la cara. Decirlo significaría admitir que tiene cierto grado de responsabilidad sobre el modo de manejar su vida, que son sus elecciones, no el destino o la mala suerte lo que lo han convertido en lo que es, porque no hay nada en el mundo en realidad que nos obligue a hacer algo que no queremos. Y vos te sentís morir por dentro, no te queda nada, sólo el vacío, porque se lo diste todo a el, no te quedó nada para vos. Te queda solo la espada, que acariciás antes de salir a tu pira fúnebre: siempre tan organizada, ni siquiera vas a dejar que otros se encarguen de tu funeral. Y te matás, lanzando maldiciones, sabés que no golpean pero esperás que al menos la noticia de tu muerte oscurezca un poco la fama de hijo pródigo que tiene y que es lo único que relamente siempre le importó y el único rol que cumplió y que cumplirá.
Dido, no se hace así ¡Mierda! Cada vez que termino el canto, lloro. Pero no por la estupidez del amor romántico o el destino adverso. Lloro porque ¡Maldita sea Dido! Una no se puede dejar reducir así por el primer cretino que pasa. Sueño con una nueva versión, una Didoneide que finalmente te haga justicia, en la que el te abandona pero vos lo ves irse desde el balcón del palacio con una sonrisa tranquila, conciente de que si su destino tiene que ser Lazio, que vaya; pero al contrario de sentirte triste, te disgusta por la pobre desgraciada de Lavinia que deberá soportar un bebé, suegra diosa, amigos y sobre todo a el, envejecer juntos con su tristeza cronica y conversaciones que la harán bostezar. Y mientras la nave se aleja en el horizonte, de nuevo libre, y de nuevo reina, convocás un lindo oficial de la guardia del palacio, ágil y musculoso para que haga una inspección en el puerto. Porque hay que negociar las rutas mercantiles con los etruscos, y renovar la fachada del palacio y porque la vida sigue mejor sin toda la perorata de Eneas…

viernes, 21 de marzo de 2014

El maldito amor, que tanto miedo da...

Es interesante pensar en cómo volvemos extraña a la gente que solía serlo todo para nosotros una vez. Cómo se aprende a olvidar. Cómo nos obligamos al olvido. Lo que ponemos en lugar de ellos en el ínterin. Esa dinámica siempre te dice más de lo que hizo la propia relación - el duelo enseña más rápido que la alegría -, pero ¿Qué significa cuando el ciclo se cierra para ser extraños de nuevo? Porque en realidad nunca uno termina de conocerse entre si. Tal vez no hay más remedio que volverlos personas diferentes en tu mente, no las personas que conocían tus ansiedades diarias y cómo te veías desnuda, que sabían lo que te hace llorar o reír y lo mucho que los has amado.
Cuando nuestras vidas giran en torno a una persona, no dejan de girar en torno a ellos tan simplemente, incluso si todo lo que queda es la pena y el dolor que viene con su recuerdo. Debido a que los has amado, siempre habrá partes de ellos que se rezagan. Los recuerdos que se imprimieron en los lugares a los que han ido juntos, las cosas que se han dicho y las canciones que han escuchado permanecerán. Todos nosotros eventualmente nos encontramos en algún lugar y súbitamente, al oír una de esas canciones nos damos cuenta de que, de repente, estamos girando alrededor de ellos de nuevo. Y tal vez nunca nos detuvimos.
¿Alguna vez realmente olvidas el cumpleaños de tus ex, o todas las primeras veces, besos, palabras de amor? ¿Sus aniversarios alguna vez se convierten en días normales del año de nuevo? ¿Están las cosas que hicieron y las promesas que se han hecho alguna vez realmente neutralizados? ¿Se quedarán anuladas ahora que todo terminó o decididamente se ignoran porque simplemente no hay otra opción? La mente te dice que hay que seguir adelante, y fuerza a tu corazón para hacer lo mismo, supongo.
Quiero creer que ustedes han amado a alguien, ya sea, de alguna manera, para siempre, o nunca realmente los amaron. Que una vez que dos sustancias químicas reactivas se cruzan, ambas cambian. Que las heridas que adquirimos con las personas son a veces demasiado crudas para tomar el riesgo de caer de nuevo en ellas. No quiero creer que nos escribimos unos a otros y nos saludamos o nos miramos porque nada tiene sentido, no puedo caer en el abismo nihilista de la indolencia. Sé que el amor no es prescindible. Me pregunto si algún día nos vamos a forzar a ser libres de esa necesidad.
Tal vez es sólo que estamos todos en los centros de nuestros pequeños universos, y en ocasiones se superponen con los de otras personas y que en esa intersección cambia algo sustancialmente de esos pequeños cosmos, que es donde crecemos juntos. La colisión puede quebrarnos, cambiarnos, arruinarnos, a veces llegamos a ser eternamente inseparables y conectados y otras veces nos alejamos decididamente, porque el cambio requerido para aceptar el universo de otra persona colisionando con el nuestro, requiere renunciar a una seguridad que no estamos dispuestos a ceder. De cualquier manera, es inevitable que el universo se expanda. Y luego uno se queda sabiendo mucho más sobre el amor y lo que éste puede hacer, y el dolor que sólo un agujero en nuestro corazón puede traer. Se quiera o no, ese agujero nunca incluirá a la persona que lo realizó, eso queda en cada uno.
Todos comenzamos como extraños. Las elecciones que hacemos en términos de amor suelen parecer inevitables de todos modos. Encontramos gente irracionalmente irresistible. Encontramos almas hechas de la misma materia que la nuestra. Nos encontramos con compañeros y socios, vecinos y amigos de la familia y primos y hermanos y nuestras vidas se cruzan de una manera que nos hace sentir que no podrían estar alguna vez separadas. Y esto es precioso. Pero la facilidad, la simplicidad y la accesibilidad no es lo que anhelamos. No es lo que estoy escribiendo ahora. No es lo que gira en torno a nosotros después de que todo termina. Todos estamos a la espera de otro universo a colisionar con el nuestro, para cambiar lo que no podemos nosotros mismos, para llenarnos, para sentirnos conformando un todo. Es interesante ver cómo después, nos damos cuenta de que la tormenta vuelve a la calma, pero las estrellas están en constante cambio y no elegimos las colisiones que nos cambiarán. Todos comenzamos como extraños, pero a menudo olvidamos que elegimos quien termina como un extraño también.

lunes, 16 de julio de 2012

Me pongo mis zapatos

Frida Kahlo me hizo pensar hace unos días. Como ella, que se pintaba a si misma porque era aquello que mas conocía de la realidad, yo escribo para aprender, para aprenderme, para poner en práctica y reflexionar. Escribo como quien le habla a un otro frente a su propio rostro ante el espejo y practica estrategias, prueba distintas frases, estima reacciones, se pone en otros zapatos. Yo me pongo mis zapatos, pero me resulta mas difícil que ponerme los zapatos de otro. Mis zapatos son siempre pesados, van mojados y están despegados, necesitan un remiendo definitivo o un cambio.
Es difícil probarse zapatos y elegir, es difícil comprar un par de zapatos, por eso las mujeres queremos muchos pares, de todos los colores, para cada ocasión y que nos ayuden a elegir.
No importa si no se entiende la metáfora...yo escribo para ponerme mis zapatos y en esta ocasión no los encuentro, o tal vez sí sé donde están escondidos, donde los dejé... pero yo hace tiempo que me deshice de muchos zapatos y me quedé con pocos y ahora quiero ponerme sandalias en un clima invernal...error.
Y hablando de zapatos lo que sucede es que yo me creía cenicienta y que el príncipe de ocasión tenía un zapato de cristal para probarme, pero la realidad es que él sólo quiere quitarme los zapatos...y el resto de las prendas...y nada mas.
Dicho esto creo que debería ser yo la que posea un zapato para probar a distintos príncipes...y a éste...definitivamente mi zapato no le queda...

domingo, 15 de julio de 2012

Mientras el sol se muere

Canción: Y mientras tanto el sol se muere

Nos vamos a volver a encontrar amor, verás
verás que el sol no muere antes de volver a vernos
verás que no importa si me ves en otras caras, en otras calles
bajo el brillo de otras estrellas, sobre otra tierra, bajo la Cruz del Sur o bajo Canes Venatici
Verás que vuelvo a verte, a mirarte con otros ojos, en otros ojos...
Verás que vuelves a besarme en otros colores, con otros tintes, bajo la luz de otras lámparas
 entre distintas sábanas.
En otro mapa...
No podrás distinguir en la oscuridad, porque nos cegará otro brillo.
No me vas a reconocer, porque nunca antes nos habremos visto.
No te voy a recordar, porque no habré necesitado olvidarte.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Hoy te vi...en los sueños.

En los sueños, canción para escuchar mientras leés :)
Anoche tuve un sueño de esos que te dejan con ganas de mas, soñé con el chico que me gustaría que la persona que me gusta fuera, si...por mas enroscado que parezca. Soñé y construí sobre bases ideales, soñé y saboreé sus labios como si nunca hubiera besado, la sensación al despertar fue de haberlo vivido, ¡Pero que breve! cuantas ganas de volver a dormirme. Soñé que yo salía a su encuentro desde esta ventana, a su mundo que no era su mundo, era mas bien el mio, pero con él en el. Soñé con esa piel entre morena y bronceada, como de quien pasa una temporada en África, no era el color del caribe. Soñé y experimenté esa adrenalina que recorre todo el cuerpo cuando uno está atraído irremediablemente hacia una persona, y la pone en marcha y la aumenta por la inminencia de la separación, por la intransigencia de la otredad, por la irreductibilidad de los cuerpos. Soñé con pasión, no...mas bien soñé la pasión, la elaboré, la saboreé y el nunca sabrá, ni siquiera sospechará que lo besé así, no importa si no fue real, después de todo...¿Qué es la realidad? El tampoco será nunca aquel a quien besé, su piel no será nunca tan brillante bajo la luz de esta lámpara, tan tersa al tacto de mis manos desesperadas, jamás se apretará con tanta fuerza contra mi con tanto deseo ni me deseará con tantas fuerzas. Me desperté casualmente a la hora que debo siempre despertar, pero con la sensación de estar donde no debía estar, de haber vuelto de otra dimensión, donde el éxtasis se podía experimentar libremente, fluía como agua de manantial y los minutos se medían en suspiros que quedaban flotando en el aire, en ojos que buscan, en los labios que se pegaban y se despegaban con ansiedad de volver a pegarse. Soñé anoche con el deseo mismo en su mas pura y animal expresión y al despertar lo perdí, perdí lo único que el ser humano para ser humano no puede perder, el deseo. Esta noche estoy ansiosa por volver a dormir, con la esperanza de encontrarlo allí, al menos...si no existe aquí. 

sábado, 14 de abril de 2012

Dime lo que bebes y te diré quien eres

Para leer éste les dejo una típica canción de folklore argentino que me encanta: Una linda zamba
"No confío en las personas a las que no les gusta el vino, que es el fruto mas noble del trabajo de la tierra" me dijo Damian, a lo cual yo pensé: "¡Pero que pelotudez mas grande!".
Esta mañana intentaba estudiar cuando (como de costumbre) algo en la televisión me hizo dispersarme, un canal educativo pasaba un documental sobre el vino y recordé a Damian, mientras me sorprendía a mi misma poniendo agua a calentar para preparar mate, ya que a pesar de ser una orgullosa argentina, no soy muy asidua a esta bebida autóctona de mi pueblo.
En mi país, mas que en otros uno puede inscribirse dentro de una categoría de persona o de grupo etario según lo que bebe. Es un momento único aquel en el que uno como hijo pone el agua a calentar para tomar mate en soledad, luego de haber sido un bebedor de mate dependiente de aquellos que lo bebían a su alrededor y de ver  a sus padres bebiendo mate todas las mañanas y las tardes. Porque el mate es algo que se comparte, es la excusa, de alguna manera une, inspira conversaciones, inspira concentración cuando uno necesita estudiar, acompaña cuando uno lo bebe solo y recompone situaciones incómodas entre dos personas distanciadas, acerca. El  beber mate se aprende porque materializa una conducta cultural bien marcada, se aprende de los padres, de los hermanos, de los primos y de los amigos, el mate se aprehende y - En términos psicogenéticos- se asimila y se acomoda. Entonces cuando uno se levanta una mañana e inconscientemente prende el fuego y pone la pava puede estar seguro de que ha cruzado un umbral, se pasa a otra etapa en la vida. Se terminó, sos un adulto lo suficientemente responsable como para saber que con el mate no se jode, que tomar mate lo llevás en la sangre.
Algo parecido ocurre con el vino y demás bebidas alcohólicas, recuerdo que a los seis o siete años me confundí y me bebí casi un vaso entero de vino blanco pensando que era agua, claro que al momento creí que era lo mas asqueroso que podría uno beber y no entendí el hábito diario de beber aquel cáliz. Hoy en día no puedo decir que conozco mucho sobre el vino pero disfruto de beber una copa  dependiendo de la comida que acompañe y he allí otra etapa superada, otro puente que he cruzado...¡El de la vitivinicultura! Me sorprendí al elegir un "Syrah" por sobre un "Malbec" argentino. Y aquí estoy casi de acuerdo con Damian, y me observo encontrando placer en el agitar la gran copa de vino mientras una luz tenue refleja los rostros medio apagados de mis interlocutores en cualquier fiesta o reunión. Realmente hoy disfruto de este tipo de regalos que la tierra nos da, pero por sobre todo puedo decir que los disfruto porque ambos (el mate y el vino) inspiran, construyen momentos que pueden llegar a ser inolvidables, compartir el mate con amigos extranjeros ha sido un gran placer para mi, es un sello que no se borra, es nuestra marca registrada y es crear un lazo indestructible, al menos para ese momento...que quedará allí en ese espacio-tiempo al que no se vuelve pero que también deja sus secuelas en el tiempo presente.
A colación dejaré algunas de las frases que mas alegría te da escuchar porque significan "compartir":
- "Poné la pava" (lo cual puede ir unido a: "en cinco minutos llego", "llevo facturas", "llevo bizcochitos" o demás delicias) 
- ¿Tomamos unos verdes? (significa que la visita piensa compartir un lindo rato mas con vos) 
- ¿Blanco o tinto? (¡se viene la cena!) 
- "Llevo el mate" ( en una reunión afuera es genial, alguien se acordó de llevarlo porque somos todos unos colgados) 
- Yerba no hay....( Frase de connotación sexual, para algunos es la frase mas anhelada, para otros es la frase tan temida, significa que, ya que el mate es una excusa, algo para hacer...si no hay yerba habrá que hacer otra cosa..."otra cosa" ;)